Sinopsis y Reflexiones Parashá Vayislaj #8
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Toráh Diario

Sinopsis y Reflexiones Parashá Vayislaj #8


Parashá Vayislaj 12/05/2020

1: Bereshit 32:4-13

2: Bereshit 32:14-30

3: Bereshit 32:31-33:5

4: Bereshit 33:6-20

5: Bereshit 34:1-35:11

6: Bereshit 35:12-36:19

7: Bereshit 36:20-43

Maftir: Bereshit 36:40-43

Haftará: Obadiah 1:1 - 1:21

CR: Meir (Marcos) 12:1-44


Si tuviéramos que ponerle un nombre a esta parashá sería reconciliación, respaldada y conciliada por el cielo. En esta Parashá Vayislaj (Y envió) se habla del retorno de Yaacob a Eretz Israel y el encuentro con su hermano Esáv, que lo odiaba y le guardaba rencor por la “bendición” que supuestamente le robó Yaacob. Esáv no reconocía que se trataba de una justa negociación que convino con Yaacob para ese entonces. Treinta y cinco años transcurrieron para este inminente encuentro, y para ese entonces Yaacob tenía 105 años de edad.


Una de las grandes enseñanzas detrás de esta parashá es que nos advierte como conducirnos cuando nos enfrentamos en la vida a un goy (gentil) o a un rashá (malvado) iracundo y agresivo como lo era Esáv. Vemos como los ángeles obedecían a las ordenes de Yaacob.


“Y envió Yaacob mensajeros delante de él a Esáv, su hermano, a la tierra de Seir, al campo de Edom.” Bereshit (Génesis) 32:3


Como dato curioso este pasuk nos enseña que los tzadikim (los justos) son más importantes que los ángeles, aunque ellos fueron creados con un determinado grado de santidad, ésta siempre será parte de su esencia. En cambio los seres humanos nacemos con el estigma del pecado en la sangre; constantemente y con gran esfuerzo alcanzamos un alto nivel de santidad. Lo interesante de este esfuerzo es que el hombre sigue creciendo progresivamente y su crecimiento alcanza valores que soslayan la realidad, más allá del entendimiento humano e inclusive el de los mismos ángeles. Ellos nos admiran porque no entienden cómo con las limitaciones que tenemos para accesar a los mega mundos invisibles, aún podemos ascender con nuestras oraciones y lograr una intimidad con el Eterno, tan efectiva y poderosa que las leyes que rigen toda la creación están atentas y dispuestas a obedecer al sonido de nuestra voz... ¡tu voz!


“Porque la creación anhela fervientemente la manifestación de los hijos de Di-s.” Romanos 8:9 Asofer Hamaljutí (Código Real)


Yaacob, como tzadik, estaba cubierto por el manto invencible de las 613 Mitzvot de la Torá forjada en los talleres del cielo a fuego santo por el dedo de Di-s. La Torá en esta parashá nos muestra en el versículo 32:4 el lugar donde Hashem escondió el gran poder de Su Palabra para proteger a Yaacob de este peligroso encuentro con su hermano Esáv. Veamos y saboreemos el banquete involuto que reposa en los rollos de la Torá y cómo el Eterno, que es bueno, siempre ha estado con nosotros para defendernos de nuestros enemigos y por consiguiente de nosotros mismos...


“Ladoní leesav ko amar abdejá Yaaqób im-labán gárti vaejhar ad ata.” “A mi señor, a Esáv, así dijo tu siervo Yaacob con Laban he convivido y me retrasé hasta ahora.” Bereshit (Génesis) 32:4


Este fue el mensaje que envió Yaacob a su hermano Esáv con los malajim (ángeles). El zumo de este versículo se cierne en la palabra Gárti גרתי, cuyo valor gemátrico extendido es 613 que son las Mitzvot ocultas en esta palabra Gárti, que significa “he convivido”. Cuando llevas la Torá en tu mente, en tu corazón, en tu alma y hasta en la medula de tus huesos, ésta emergerá en las circunstancias desfavorables y te arropará, te cubrirá y protegerá del enemigo que se levanta contra tí. Se intimidará porque sabe, sin saberlo, que el Eterno está contigo porque en la palabra misma está imbuido el poder indestructible del Eterno, que no conoce de dobleces porque Él es el Omnipotente. Por tanto, tu no pelearas con fuerza de hombre, sino con el Poder de Di-s.


Hashem direccionó a Yaacob con tres acciones o medidas protectoras:


1. Tefilá (Oración): Líbrame a mí y a mis descendientes de las manos de Esáv y mis opresores. Implorar a Hashem por la paz y la seguridad en nuestro entorno no judío.

2. Ofrecer presentes generosos a los gentiles (no judíos). Yaacob para apaciguar a Esáv le llevó oro, plata y joyas y una decima parte de sus animales.

3. Estar preparado para la guerra si fuese necesario. Yaacob dividió a su familia en dos grupos; y dijo: Si Esáv elimina a un grupo, el otro podrá escapar. Esto lo aprendió el pueblo de Israel con esta estrategia de Yaacob. El pueblo ha aplicado esto con todos sus enemigos; cuando Israel ataca lo hace sólo por tres lados: ejemplo, norte, sur, este y deja libre el oeste para que los que quieren huir puedan hacerlo sin peligro alguno.


Otro evento extraordinario que toca esta expectante parashá, es la lucha que libra Yaacob con el ángel protector de Edom, ángel guardián de Esáv. Según nuestros sabios esta lucha representa el enfrentamiento entre el bien y el mal.


Yaacob pensaba que el personaje que había conocido en el rio Iabok era un mago, sin saber que era un ángel enviado por Hashem. El ángel trató de probar su supremacía y poder clavando su dedo en la tierra y un volcán en llamas hizo erupción. Pero Yaacob no tenía miedo y le dijo:

- ¿Piensas que esto me atemoriza? Yo soy fuego, la casa de Yaacob se llama fuego. Mi descendencia y yo somos el lugar de descanso de la Shejina que es fuego, pues nos ocupamos de las feroces leyes de la Torá. A partir de este momento se inició la lucha entre el ángel y Yaacob, pelearon toda la noche como presagio de las futuras luchas contra las naciones que intentan seducir al pueblo de Israel para que abandone la Torá y se unan a ellos mediante promesas de grandeza y honor.


Cuando estaba rayando el alba, el ángel le pedía a Yaacob que lo soltara porque tenía que regresar al supra mundo para alabar y cantar shirá (poesía-cántico) al Eterno antes que salga el sol. Viendo el ángel que Yaacob no estaba dispuesto a soltarlo procedió a dislocar, con un fuerte y certero golpe, el tendón de la cadera conocido como el nervio ciático (guid hanashé - nervus ischiadicus). El pueblo Israel, por causa de este evento, prohibió comer el tendón del muslo animal; esto está prohibido por decreto de nuestros sabios. Para este pueblo escogido de Hashem, el muslo representa al defensor de la Torá, ya que el muslo soporta todo el peso del cuerpo. Así es la Torá, soporta el mayor peso de la humanidad, es la piedra angular que sostiene toda la pesada estructura de la vida...


Aún herido por el ángel Yaacob siguió insistiendo: “... No te dejaré ir hasta que me hayas bendecido. Y él le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Yaacob. Le dijo pues: No será llamado tu nombre Yaacob, sino Israel; porque has luchado con Di-s, y con los hombres, y has prevalecido.” Bereshit (Génesis) 33:27-29


En honor a este incansable y valiente tzadik, los anfitriones celestiales lo escucharon y exclamaron que le fuera permitido al ángel cantar shirá desde la tierra, mientras su voz y él ascendían a los cielos. Tiempo después Hashem se le apareció nuevamente a Yaacob para decretar formalmente el nuevo nombre: Israel, como se lo había anunciado el ángel de Edom.


“Y Di-s apareció otra vez a Yaacob después que volvió de Paddán Aram y le bendijo. Y le dijo Di-s tu nombre es Yaacob, pero ya no será llamado tu nombre Yaacob, sino que Israel será tu nombre. Y llamó su nombre Israel” Bereshit (Génesis)35:9-10


Este nombre Israel significa “él gobernará como Di-s”, es una síntesis o un compendio que engloba completamente a este pueblo, cuyo nombre es un acróstico de los tres patriarcas y las cuatro matriarcas. Las letras que construyen la palabra Yisraél en hebreo ישראל, son las iniciales de los nombres de los tres patriarcas y de sus esposas: יצחק Yitzjak; יצקב Yaacob; שרה Sará; רבקה Rivka; רחל Rajel; אנוהם Abraham; לאה Lea.


Finalmente nuestros exegetas describieron las características de nuestros tres patriarcas: Abraham fue el pilar de la bondad; Yitzjak fue el pilar de la justicia; Yaacob el pilar de la Torá, que representa a los estudiantes de Torá de todas las generaciones. Dice el Midrash que la Torá es decisiva para la supervivencia del pueblo Israel. Hoy por hoy la Torá es el mástil en medio del alta mar que dirige los rumbos de toda la humanidad, porta con ellos sus propios vientos que reposan en el reservorio de las bóvedas celestiales del aliento de Aquel que un día sopló para crear la vida...


Por: Yehoshúa Villarreal I.

Con la autoridad del Rab Dan ben Avraham.




 

Es Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad del Zulia. Artista sinestésico que conjuga la música, la pintura y la literatura, cuyas obras están en museos como el MEAM-España, Museo Boca Raton-USA y el MACZUL-Venezuela. Graduado de la Escuela de Arte Julio Arraga y estudió en el Conservatorio de Música José Luis Paz en Maracaibo-Venezuela. Jazán de la comunidad B’nei Tzion de Miami.



Yehoshúa Villarreal I.




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