COMPORTAMIENTO SEXUAL UN SONIDO QUE HACE ECO EN LA TIERRA
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Toráh Diario

COMPORTAMIENTO SEXUAL UN SONIDO QUE HACE ECO EN LA TIERRA

Este artículo va dedicado a todas las personas, organizaciones, movimientos, grupos y a todos los líderes alrededor del mundo, que al igual que yo, defienden la tierra y sus derechos; espero que esta información sea de ayuda para seguir en esta lucha contra tantos enemigos, es una mitzvot muy importante el estar en paz con el medio ambiente y en este caso en particular, cuánto más con nuestro planeta tierra.

Para mí, la defensa de la tierra y sus derechos ha adquirido a partir de ahora una dimensión mucho más fascinante y profunda que todos los años previos de mi vida. Espero que esta información sea de ayuda para seguir en esta lucha por conservar este planeta, nuestro hogar, pues como sabemos nos enfrentamos a grandes enemigos de la tierra, como son multinacionales, farmacéuticas, minería e industrias extractivas en general, así como la agroindustria irresponsable y demás instituciones políticas y económicas que ignoran (voluntariamente o no) los derechos de nuestro planeta. Nuevamente reitero mi agradecimiento por cuidar nuestro hogar: la tierra.

Tanto como tú, hace aproximadamente un mes entré al aula virtual a estudiar con el Rabino,

Dan Ben Avraham para mí certificación en estudios hebráicos.

www.rabdanbenavraham.com Y justo en su primera clase, titulada “Fundamentos de la Toráh” abrió el estudio (coincidentemente) con el tema de la relación entre las acciones del ser humano y la tierra. ¡Vaya sorpresa! Ya que nunca me imaginé que nuestros “pensamientos y acciones sociales y éticas” tuvieran consecuencias directas con la tierra mucho más allá de lo que lo que podríamos imaginar.

Cuando hablo de que no sabía que nuestros actos tienen consecuencias en la tierra no me refiero a las prácticas que normalmente un defensor de la tierra ejerce en su día a día, como: no botar basura en la calle, reciclar, comprar localmente (para disminuir la huella del carbón), no comprar bolsos de piel, ser vegano, utilizar make up libre de maltrato animal o cambiar de localidad y moverse de la cuidad al campo y cosas semejantes.

Todo lo nombrado anteriormente , por supuesto, es una gran contribución, pero me refiero a otro tipo de acción, como son las relaciones interpersonales y sociales, que definen la manera en que los seres humanos nos relacionamos y que tienen una profunda y ancestral relación con la tierra, pues como dijo Isaac Newton, “toda acción tiene una reacción”; y es justamente en este punto donde te invito a tomar una pausa y volver a analizar de manera objetiva, con una mente abierta los argumentos que tiene la Toráh sobre este tema. Como recordarás, el rabino nos explicó que D-os creó la tierra y, por lo tanto, HaShem es legalmente su dueño. Recordarás también cómo nos compartió ciertas instrucciones en el

manual de vida que es su Toráh entregada al pueblo hebreo, (pero en un desierto, tierra de nadie, para que como enseña el rabino, su mensaje sea aplicable a todas las naciones, presentando principios y valores eternos e inmutables), para utilizarlo como punto de referencia de desarrollo comunitario.

En ese manual de instrucción, D-os estableció el modelo social para coexistir en paz con todos los reinos que conocemos: mineral, vegetal, animal y humano. Descubrí en esa clase, que la Toráh nos instruye sobre el pacto de D-os con Israel, donde establece el descanso de la tierra por ciertos periodos de tiempo, como son un día de descanso por cada 6 de trabajo, que los hebreos guardan hasta el día de hoy, llamándolo día de Shabat o día de reposo.


Descubrí también que el manual dado por D-os, pide que la tierra descanse también un año completo luego de seis años de trabajo, es decir, por todo un año, la tierra no debe ser molestada ni trabajada, sino dejarla reposar y recuperarse. Este descanso de la tierra cada siete años, se llama “Shemitá”. El rab explicó que “Shemitá”, significa “liberar, dejar ir” lo cual, en relación con la tierra, significa “liberarla de todo tipo de manipulación del hombre” como son, arar, sembrar, extraer minerales, etc. Y entonces nos leyó la siguiente cita del manual: “Entonces el s eñor habló a Moisés en el monte Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: «Cuando entréis a la tierra que yo os daré, la tierra guardará reposo para el Señor. Seis años sembrarás la tierra, seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos, pero el séptimo año la tierra tendrá completo descanso, un reposo para el Señor; no sembrarás tu campo ni podarás tu viña”. (Vayikrá 25:1-4)


Me sorprendió aun más cuando el rabino explicó que sumado a todo esto, cada siete veces, siete años, es decir, al terminar 49 años de trabajo, el siguiente, el año cincuenta, hay que darle otro reposo a la tierra para su total recuperación.


Este año cincuenta, dijo el rabino, se llama “Año de Jubileo”, y marca el tiempo para el cual la tierra se prepara ella misma, para servir a una próxima generación. Y para apoyar su exposición citó del manual donde está escrito: “El año cincuenta será para ustedes de jubileo. No sembrarán, ni cosecharán lo que la tierra produzca de manera natural, ni vendimiarán sus viñedos. 12 Es un año de jubileo, y será para ustedes un año sagrado. Sólo podrán comer lo que la tierra produzca de forma espontánea”. (Vayikrá 25:11-13).


Una simple suma matemática creó una enorme impresión en mi neshamá: la tierra debe descansar 24 horas cada 144 horas de servicio al hombre; además, 8760 horas de descanso, por cada 45,072 horas de servicio al hombre (séptimo año) y otras 8,760 horas, por cada 49 años de servicio, en total, la tierra tiene el derecho a descansar 1248 horas por derecho semanal, 52, 560 horas por derecho de Shemitá (cada siete años, un año) y otras 8760 horas por año de Jubileo. Un gran total de 62,568 horas cada 438,000 horas de servicio al hombre, o sea, un 15 % de descanso por cada período de 50 años. Solamente con ese descanso, ella se auto-renueva y se prepara a fin de suplir otros 50 años más de servicio a la humanidad.


¡Wow!, quedé totalmente impactada de cómo un manual de instrucción tan antiguo, con casi 3,500 años, contenía secretos ecológicos que había ignorado hasta este día.Pero me sorprendió aun más cuando el rabino enfatizó en clase que si el hombre no respeta esos periodos de descanso para la tierra, ella se enferma, emite gemidos y se rebela contra el hombre causando serios desastres naturales como medida preventiva de auto curación.


El clímax llegó cuando el rabino explicó que, si seguimos el manual de D-os para el cuidado de la tierra, ella es capaz de sostener y alimentar a todos los seres humanos presentes y por venir, no importa cual sea su numero y que no debemos temer al crecimiento demográfico porque si cuidamos la tierra y seguimos las instrucciones divinas para su cuidado y protección, la tierra tiene suficientes recursos para sostener permanentemente la vida humana, independientemente de su número.


Mientras el rabino explicaba estas cosas en su clase, pensé para mí que aun cuando somos 7,700 millones de habitantes a hoy día, según el ultimo informe demográfico de las naciones unidas, no tenemos nada que temer ni mucho menos intervenir para deshabitar la tierra por miedo a una crisis alimentaria mundial, si entendemos las instrucciones del creador y los ponemos en práctica en todas nuestras naciones.


Tengo que confesar que al escuchar esta clase, pude conectar lo material con lo espiritual todo lo cual trae equilibrio, armonía, y paz interior, de forma dinámica y trascendental, sin tener que recurrir a rituales de posturas del cuerpo, búsqueda de estados alterados de la conciencia, y esas otras vertientes que han sido propuestas por otros sistemas que no llenan realmente los enormes desafíos que representa ignorar las instrucciones divinas que deben marcar la relación hombre-tierra y hombre-leyes de la naturaleza.


Para concluir, te comparto que me quedé anonadada al concluir la clase y escuchar al rabino hablarnos de los pecados de muerte. No tenia la menor idea de eso y me sorprendió enormemente saber que, según el manual de D-os, ciertas infracciones son penadas por lo que É-l llamó “karet”, es decir, “corte del alma de su raíz espiritual”, todo lo cual tiene connotaciones no solamente para este tiempo presente, sino para la eternidad.


Confieso que para mí, descubrir en esta clase que ciertas prácticas de orientación social y sexual, prohibidas por D-os en el manual, impactan la tierra y provocan que ella sufra, se enferme e incluso se rebele contra el hombre causando serios desajustes ecológicos que se transforman en cataclismos universales que afectan seriamente la vida humana, representó un antes y un después en mi lucha por proteger la tierra.


Y cuando el rabino enseñó que el hombre fue “formado del polvo de la tierra” y que, por tanto, energéticamente está conectado con la tierra, y que sus pensamientos y acciones impactan la tierra, para bien o para mal, mi alma quedó en shock.


Efectivamente, nos pidió que leyéramos en el manual de instrucciones, todas las prácticas y costumbres que dañan la tierra y que, de practicarse, provocan que la tierra no solamente se enferme, sino que se rebele contra nosotros, causando terremotos, tormentas y cataclismos que es su manera de comunicarse con nosotros. Fue así que me encontré con este texto, mencionado por el profesor en clase: “No os contaminéis con ninguna de estas cosas, porque por todas estas cosas se han contaminado las naciones que voy a echar de delante de vosotros. Porque esta tierra se ha corrompido, por tanto, he castigado su iniquidad sobre ella, y la tierra ha vomitado a sus moradores. 26 Pero en cuanto a vosotros, guardaréis mis estatutos y mis leyes y no haréis ninguna de estas abominaciones, ni el nativo ni el forastero que reside entre vosotros 27 (porque los hombres de esta tierra que fueron antes de vosotros han hecho todas estas abominaciones, y la tierra se ha contaminado), no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que estuvo antes de vosotros. 29 Porque todo el que haga cualquiera de estas abominaciones, aquellas personas que las hagan, serán cortadas de entre su pueblo. Por tanto, guardaréis mi ordenanza, no practicando ninguna de las costumbres abominables que se practicaron antes de vosotros, para que no os contaminéis con ellas; yo soy el señor vuestro D-os»”. (Vayikrá 18:24-28).


¡Me parecía ciencia ficción!, pero lo vi con mis propios ojos, allí, en el manual está la lista de las acciones del hombre que afectan negativamente la tierra, entre las cuales se destacan: asesinato, explotación del hombre por el hombre, relaciones sexuales contra naturaleza, bestialismo, abuso de los animales, abuso de los niños, uso indebido de los recursos naturales, distribución inapropiada de la riqueza, falta de justicia y honestidad en la administración publica, corrupción, malversación, odio sin causa, venganza personal, y un sin fin de prácticas más, que constituyen no solamente una violación del manual, sino las causas por las cuales nuestro hogar, la tierra, se estremece, tiembla, sufre, llora, gime y se rebela contra el hombre.


Mi mayor sorpresa estuvo cuando el rabino nos mostró en clase cómo D-os se toma tan en serio el descanso shemitá de la tierra, que incluso su propio pueblo escogido Israel, por no respetar este mandamiento, tuvo que ser expulsado de la tierra por 70 años, a fin de dar a su tierra, la tierra prometida, el descanso que los hijos de Israel olvidaron respetar. Casi no podía creerlo, cuando el rab nos citó del manual donde está escrito: “para que se cumpliera la palabra del señor por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubiera gozado de sus días de reposo. Todos los días de su desolación reposó hasta que se cumplieron los setenta años.” (2 Crónicas 36:21).


Les confieso que, hasta este día, mi lucha por proteger y salvar la tierra estaba limitada a lo que siempre habíamos dicho, y que mencioné previamente, pero ahora, mis ojos se han iluminado y me he dado cuenta que esa lucha tiene que darse en un nivel mucho más profundo y mucho mas radical que lo que había previamente pensado.


Como una manera de “expiar” nuestro pecado de robarle a la tierra su descanso y de hacer “tikún” (reparación) del daño causado a nuestro hogar natural, les propongo que todos nosotros, los estudiantes del rab, como parte de nuestro trabajo práctico hacia la Certificación de Estudios Hebráicos, sembremos, al menos, dos árboles, en los próximos 10 meses de estudio que nos quedan para alcanzar nuestra meta académica. Y que, de esos dos árboles, mínimo, uno, el primero sea en la tierra de Israel y el otro en nuestra propia nación y ciudad donde vivamos.


Pienso que esta sería una manera de mostrarle al Eterno que hemos entendido su manual, que aceptamos el desafío de ser buenos administradores de su tierra, y que estamos haciendo una seria corrección del daño que hemos causado.


Por supuesto, tal acto tendría implicaciones muy pequeñas a nivel macro, pero hemos visto que en las manos de D-os, pequeñas cosas se transforman en enormes cosas. En todo caso, a partir de este primer módulo de estudios, ya no podré ser la misma. ¿Qué piensan ustedes? ¿Comparten mi experiencia? ¿Cómo fue la tuya?


¿Qué les parece si le proponemos al rab que tome esta propuesta como una asignación oficial para todos los estudiantes que vengan detrás nuestro? Si quieres profundizar en este tema y ser parte de la comunidad estudiantil del Rab Dan ben Avraham entra aquí:







Como aportación extra te dejo este documental que en lo personal me gusta mucho, titulado HOME (ES)




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